Hoy 11 de febrero celebramos la Fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, una aparición mariana en la que a una chica de catorce años de edad, Bernadette Soubirous, se le apareció la Virgen en dieciocho ocasiones en una gruta del paraje de Massabielle, al oeste de Lourdes entre el 11 de febrero y el 16 de julio de 1858.

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La Virgen se presentó como la Inmaculada Concepción, justo unos pocos años después de que el Papa promulgará el Dogma Mariano de la Inmaculada Concepción.

El llamado de Lourdes, es una llamado a la penitencia. Por otro lado la Iglesia Católica venera la Advocación de Nuestra Señora de Lourdes como patrona de los enfermos, debido a la gran cantidad de curaciones milagrosas que se producen en el manantial que surgió durante las apariciones.

Gran consuelo es para nosotros el considerar la solicitud maternal de María para con los hombres. Nadie puede llegar a comprender en esta vida, todo lo que María ha hecho y hace para salvarnos. Siendo Ella la Madre de la misericordia, como la llama la Iglesia, es el medio por donde nos vienen todas las gracias que Dios quiere dispensarnos.

Parte Histórica

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Dieciocho veces se había aparecido la Sma. Virgen a Bernardita, siendo la última en el día que la Iglesia dedica en honor de Nuestra Señora del Carmen. Multitud de gentes en muchas ocasiones habían presenciado la admirable transformación, que causara en la niña la Aparición. Una fuente misteriosa había brotado bajo las manos de la pastorcita, guiada por las indicaciones de la Señora; muchos enfermos de alma y cuerpo habían recobrado la salud; y a pesar de todo los librepensadores se obstinaban en negarlo todo sin someterse a las pruebas, a que los católicos les provocaban. Siempre han sido los mismos los impíos; ellos que tanto claman por los fueros de la razón, son los que menos los respetan en cuanto dejan de serles favorables. Mas en, lo que a la Aparición de la Santísima Virgen de Lourdes se refiere, aún cuando hubiesen querido perseverar en seguir su sistema sobredicho, de nada les hubiera servido, pues los sucesos se habían verificado de una manera tan prodigiosa, que sin remedio tuvieron que verse humillados y confundidos sin recurso de apelación.

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Desde el fondo de una roca desierta, y anunciada por la voz de una niña, lo sobrenatural se había abierto camino, derribando todos los obstáculos, arrastrando a las muchedumbres y conquistando a su paso todos los corazones que de buena fe buscaban la verdad. El Sr. Obispo de Tarbes, después de la más escrupulosa depuración de los hechos confirmó la verdad de las apariciones por un decreto de 18 de Enero de 1862. Desde entonces el mundo entero católico, ansioso de corresponder a los deseos de la Santísima Virgen, ha acudido a su llamamiento y todos los años llegan a Lourdes muchos millares de peregrinos de las cinco partes del mundo. Nosotros hemos procurado también honrar a la que descendió de los cielos para nuestro bien.

ORACIONES A NUESTRA SEÑORA DE LOURDES

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¡Oh María Inmaculada, Santísima Virgen de Lourdes! deseando con la mayor devoción de mi alma, y responder al llamamiento que en persona de la humilde Bernardita, habéis hecho a todos vuestros hijos, me postro a vuestro pies para escuchar con atención vuestra voz, exponeros mis necesidades y solicitar vuestros amorosos cuidados. No me desechéis, Madre mía, a pesar de mi indignidad; atended únicamente al arrepentimiento que tengo por haber afligido vuestro maternal corazón y renovado la pasión de vuestro amantísimo Hijo, acudid en mi ayuda, me propongo purificar mi alma y conseguir por vuestra intercesión el favor especial que solicito de la Divina Majestad y dar gracias a la misma, por todos los beneficios recibidos (y especialmente por el que es motivo de estos obsequios) Amén.

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¡Inmaculada y Santísima Madre de Dios! Altísimas lecciones me habéis dado; saludables y amorosas invitaciones he recibido; no quiero ser ingrato ni obstinado. Decididamente me propongo servir a Dios con fidelidad, amarle con todo el afecto de mi alma, y honraros a Vos como a Madre mía queridísima. Imprimid estos efectos en mi corazón para que jamás los olvide; obtenedme la gracia de perseverar constantemente en estos Santos pensamientos hasta exhalar el último suspiro de mi vida, mereciendo, ahora y siempre vuestra protección, hasta que tenga la dicha de gozar en el cielo de las infinitas delicias, que Dios tiene preparadas para los que le aman.

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Inmaculada Señora y Madre mía, por el grande amor que mostrasteis a los hombres, dignándote aparecer en una tosca gruta e instruir a la joven y dichosa Bernardita, os ruego me hagáis merced de alegrar mi corazón con vuestras influencias soberanas. Y así, Señora, como hicisteis brotar en la gruta de Lourdes aquel manantial riquísimo de cristalinas y saludables aguas, para remedio del cuerpo, derramad sobre mi pobre alma las dulcísimas y fértiles aguas de la gracia, que apaguen mi sed por las cosas de la tierra, y limpien mi espíritu para que sea digno de los goces purísimos del cielo. Amén.

Señora, usted que me escogió un día para difundir sus palabras de amor,
usted que un día me elegió, yo la bendigo, yo la saludo.

Señora, usted que hace lo mejor, Hija de la paz, Madre de Dios,
usted que da al desprotegido, yo la bendigo, yo la saludo.

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Señora,cuyo corazón arde como una llama
con el amor para guiarnos, auxilie los cuerpos, auxilie las almas.

Señora, usted que escucha las plegarias
de los pobres pecadores sobre la tierra, usted, nuestra hermana; usted, nuestra Madre llénenos de la Luz.

Señora, usted que dio al niño, el fruto perfecto de su sangre para los humanos débiles y desprotegidos, yo la bendigo, yo la saludo.

Señora, usted que trae a este mundo el fuego de gozo que nos inunda,
usted que nos ama tanto y más, yo la bendigo, yo la saludo.

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Señora, cuyo corazón arde como una llama
con el amor para guiarnos, auxilie los cuerpos, auxilie las almas.

Señora, usted que escucha las plegarias
de los pobres pecadores sobre la tierra; usted, nuestra hermana; usted, nuestra Madre llénenos de la Luz.

Señora, usted que me escogió un día para difundir sus palabras de amor, usted que un día me eligió, Yo la bendigo, yo la saludo.


Nuestra Señora de Lourdes, ruega por nosotros

ORACIÓN ANTIGUA A NUESTRA SEÑORA DE LOURDES

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Sed para siempre bendita, purísima Virgen, que os habéis dignado aparecer hasta diez y ocho veces, muy resplandeciente de luz, dulzura y hermosura en la solitaria gruta, y decir a la humilde niña que os contemplaba extasiada: «Yo soy la Inmaculada Concepción».

Sed para siempre bendita por todos los extraordinarios favores que no cesáis de derramar en este lugar.

Por la ternura de vuestro Inmaculado Corazón, oh María, y por la gloria que ha dado la Santa Iglesia, os conjuramos para realicéis las esperanzas de paz que ha hecho nacer la proclamación del dogma de vuestra Inmaculada Concepción.

La oración está recogida en un antiguo devocionario en español publicado en París a finales del siglo XIX, es decir poco tiempo después de las apariciones de Lourdes (1858). Recibió la aprobación del obispo de Tarbes el 30 de octubre de 1867.


Dóciles a la invitación de tu voz maternal, oh Virgen Inmaculada de Lourdes, acudimos a tus pies en la humilde gruta donde aparecisteis para indicar a los extraviados el camino de la oración y penitencia, dispensando a los que sufren las gracias y prodigios de tu soberana bondad.

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Recibid, oh reina compasiva, las alabanzas y súplicas que pueblos y naciones, unidos en la angustia y la amargura, elevan confiados a Ti.

¡Oh blanca visión del paraíso, aparta de los espíritus las tinieblas del error con la luz de la fe! ¡Oh mística rosa, socorre las almas abatidas, con el celeste perfume de la esperanza! ¡Oh fuente inagotable de aguas saludables, reanima los corazones endurecidos, con la ola de la divina caridad!

Haz que nosotros tus hijos, confortados por Ti en las penas, protegidos en los peligros, apoyados en las luchas, amemos y sirvamos a tu dulce Jesús, y merezcamos los goces eternos junto a Ti. Amén.